Pero la globalización no es un fenómeno ajeno a nosotros, se da en cualquier parte. Aunque el catalizador espiritual pretende ser un conjunto de acciones genéricas extrapolables a cualquier ciudad, el primer núcleo de actuación será la ciudad de Murcia.
Aquí, la globalización ha cogido la forma de una urbanización desenfrenada que lo ocupa todo, que arrasa con la huerta, principal elemento que caracteriza a esta región, origen de su prosperidad económica y raíz de su cultura. El paisaje de barracas y acequias sustituido por grúas y bloques de viviendas, frente a una sociedad que observa impasible, sin cuestionarse la destrucción de su mundo.
lunes, 6 de octubre de 2008
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